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Bill Dryton, premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, apoya desde su fundación a «creadores de cambios»

Bill Drayton, el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 2011, es un gran revolucionario. Tras una exitosa carrera profesional asesorando empresas y emprendedores y una brillante carrera social promoviendo los derechos civiles en su país, Estados Unidos, Drayton tuvo la visionaria ocurrencia de fusionar la obligación y la devoción. Así surgió Ashoka, la mayor asociación de emprendedores sociales del mundo. Detectan y apoyan a «creadores de cambios» en distintos países, gente capaz de lanzar proyectos sostenibles y que promueven el bien común. En España Ashoka sostiene a una red de 21 emprendedores con ideas de negocio que potencian la protección del medio ambiente, la ayuda a las personas dependientes, etc.

—El mundo se ha acelerado tanto, ¿que lo que valía para cambiar el mundo hace veinte años ya no vale?

—Hoy las cosas cambian exponencialmente y cada uno de nosotros tiene que desarrollar habilidades para vivir en un mundo muy distinto, menos estable. Es un gran reto pero también es una gran oportunidad, ya que es posible utilizar ese constante aprendizaje para marcar la diferencia. La clave del éxito de un país es cuántos emprendedores sociales tiene, y cuántos están trabajando juntos.

—Usted también atribuye los cíclicos desastres económicos a la incapacidad de los gobiernos para que los cambios no les sobrepasen.

—Se requiere una flexibilidad que ningún gobierno en estos momentos tiene. Cada país debe ser capaz de hacer la transformación que, por ejemplo, en Estados Unidos pasó de crear riqueza en Detroit a crearla en Silicon Valley. Pero los gobiernos siempre miran más hacia el pasado que hacia el futuro. A la vez el gobierno es el único que cuando funciona bien nos representa a todos. El gobierno puede y debe proveer el marco de actuación para la gente que va a hacer los cambios. No creo que el gobierno esté muriendo como concepto.

—¿Conoce el caso de los indignados españoles? ¿Usted qué les recomendaría?

—Que tomen la iniciativa y la responsabilidad. Cualquiera puede ser un creador de cambios, cualquiera puede tener un impacto si ve un problema, tiene una buena idea y es capaz de poner gente a cooperar alrededor de esa idea. Al buen emprendedor social se le reconoce porque tiene una idea que cambia la pauta imperante en su campo de actuación, porque es capaz de desarrollar esas ideas con espíritu emprendedor, con habilidades de «management» y porque sabe inspirar confianza a los que tienen que colaborar con él, sabe ser percibido como una persona con algo bueno que aportar. Por eso puede pedir a la gente que haga cosas que no había hecho nunca antes, y la gente las hace.

—El truco es que la cooperación puede ser tan creativa como la competitividad y, desde luego, más que la crítica pasiva…

—Podemos ver eso cada día en las escuelas, en las comunidades de vecinos, en las Comunidades religiosas. Todos podemos hacerlo, hasta los más jóvenes. Yo le garantizo que en una sociedad con emprendedores sociales, muchos creadores de cambios, no habría un 40 por ciento de paro. Eso ocurre cuando se sigue haciendo lo de siempre, cuando no se actualizan las visiones ni las habilidades. Esa es la verdadera revolución.

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